Se la ha acusado de ser un chantaje emocional del que la ve. Pero lo que pienso es que si despierta en nosotros alegría, pena o indignación en alguna de sus escenas es porque somos humanos y como tales disponemos de esa rareza llamada empatía.
Gracias a esta empatía nos podemos poner en lugar de Daniel (Pablo Pineda), que la verdad es que no lo hace mal, y sentirnos conmovidos, rechazados, desplazados... El planteamiento del filme es bueno pero creo que se queda corto en su denuncia y además parece un poco contradictorio al "eliminar" ciertas escenas de sexo con el chico homosexual y sin embargo mostrando explícitamente en las que él no aparece. Tampoco muestra escenas de clara integración. Podrían darse escenas de bailes, citas o cualquier otra acción en las que síndromes de down y personas sin esta enfermedad interactuasen de forma normal. El primer paso para la inclusión sería concienciar a la sociedad de la normalidad de estas personas, evitar los clichés, el proteccionismo…
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